| Sumario: | "He querido pintar en esta novela al gaucho actual, que es solo un remedo, un reflejo, mas o menos auténtico, del que inmortalizó José Hernandez y cinceló después, con rasgos indelebles, el buril mágico de Ricardo Güiraldes. Mi gaucho es el gaucho evolucionado, el gaucho que, vencido por el cosmopolitismo invasor va transformando sus costumbres y sus sentimientos, cumpliendo las leyes de imitación de Tarde. El gaucho chacarero, que ha colgado las boleadoras para empuñar la mancera, el gaucho aspirante que no se duerme, como el de antaño, sobre la melancolía de una vidalita y que, reaccionando de su indolencia suicida, ha comprendido, al fin, que es el trabajo lo único que dignifica la vida y hace factible la prosperidad de los hombres. De allí que mi gaucho sea distinto del trenzador de Viana, lo que no quita que, como él, tenga a ratos, rebeldías magníficas que revelen el carácter indómito de la raza, aletargado pero no extinguido... M.C.G." --p. [9].
|
|---|
